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Acompañar las emociones ante situaciones dolorosas

Acompañar las emociones ante situaciones dolorosas

Hay situaciones que desbordan emocionalmente a una familia. Hablo de momentos duros como una separación, una enfermedad o incluso la muerte de un familiar.

Los adultos con la mejor de las intenciones queremos que nuestras criaturas no sufran ante estos hechos, pero a veces esto resulta imposible, y el dolor se convierte en un imperativo para todxs.

Durante los años que trabajo como Psicóloga me he encontrado con muchas situaciones donde las familias que acompaño han pasado por uno de estos momentos y, como es del todo comprensible, han acudido a la consulta preguntando si hay alguna manera de explicar a sus criaturas la situación dolorosa que se está viviendo en la familia, pero sin que sufran.

Si tengo que ser sincera, lo cierto es que esta petición es complicada de cumplirse porque es normal que las criaturas se asusten y sientan tristeza. Y el caso es que es lícito que la sientan, como igualmente lícito es que los adultos también nos asusten y nos hagan daño en el corazón las situaciones duras de la vida.

 
Las emociones son una realidad, y son una realidad DIGNA. Y cuando las emociones las queremos ocultar o camuflar o negar generan más confusión y más dolor.

 

Es por ello que resulta necesario que antes de plantearnos «qué» queremos explicar a nuestras criaturas indaguemos «desde donde» lo queremos explicar, es decir: qué actitud interna queremos tener cuando tengamos que hablar con ellos.

Este paso es complicado, pero es importante que los adultos conectemos con nuestro propio miedo y nuestra tristeza y nos hagamos sus amigos, es decir: que reconozcamos las emociones que tenemos dentro porque justamente cuando las criaturas escuchen la noticia dolorosa que tenemos que comunicarles lo que más necesitarán será tener un espacio libre de juicios y de castraciones emocionales en el que poder SENTIR y MOSTRAR su dolor.

Cuántas veces me he encontrado con madres y padres que creen que las emociones pueden ser perjudiciales para sus criaturas. Hablo de emociones categorizadas como «malas» como la tristeza o la rabia. Que si sus criaturas las muestran y las expresan se desbordarán y generarán el caos o incluso que les traumatizará.

Qué mal entendidas que tenemos las emociones! Y cuánta dignidad hay en ellas.

Me gusta mucho explicar que a menudo confundimos ser «fuertes» con ser «duros»: La DUREZA es la consecuencia de habernos bloqueado las emociones, de no tener el permiso interno para sentirlas. Es como una coraza que nos desconecta internamente y nos vuelve rígidos.

En cambio, la FORTALEZA es un estado de conexión con nuestro corazón, un “sí” interior en el que nos damos el permiso para poder sentir las emociones de la Vida, sean cuales sean.

Es cierto que las emociones nos hacen vulnerables, pero la vulnerabilidad no nos incapacita para seguir sosteniendo una profunda solidez interna. Y ésta es la gran diferencia entre las personas «duras» y las «fuertes»: que las FUERTES han cultivado un precioso espacio interno donde sostenerse.

Así pues los adultos tenemos una tarea importantísima: necesitamos hacer una mirada interna y saber en qué punto estamos.  

A menudo propongo a las personas que vienen a la consulta que tomen un espacio de tiempo para escucharse en estos momentos tan duros de la vida, conectar con la tristeza y decirse a sí mismas: «estoy muy asustada, y este dolor lo tengo el corazón y lo llevaré hasta que esta situación se resuelva dentro de mí. Y me escucharé y atenderé este dolor mientras esté

Aquí empieza todo. Este es el kilómetro cero en el que se inicia el camino: cuando podemos crear una alianza amorosa con este miedo y de esta tristeza. Esta alianza será la base mediante la cual nuestras criaturas podrán transitar con confort la noticia que les daremos. Todo tiene que estar encaminado a acoger su tristeza y su dolor. Y no a camuflarlos.

A veces nos olvidamos que la manera cómo los adultos vivimos las emociones servirá de ejemplo a nuestras criaturas para ir construyendo su propia manera de vivirlas y entenderlas. La Psicología Sistémica habla largamente de este hecho: los «patrones» que utilizamos para interpretar y vivir las emociones nos son transmitidos dentro de la familia.

Es por todo ello que necesitamos abrir el corazón ante la tristeza. Reconocerla y acogerla tiernamente y con mucho cuidado y no encerrarnos para esconderla o evadirnos de ella. Porque en la medida en que los adultos aprendamos a mirar las emociones y a caminar desde el corazón otorgaremos las herramientas necesarias a nuestras criaturas para que ellas mismas puedan ir construyendo su propio espacio interno en donde enraizarse ante cualquier circunstancia de la Vida.

¿Qué mejor legado podríamos entregarles?

Elisenda Roig Psicologa
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