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El rol de la figura paterna en la crianza

4. CAST. El rol de la figura paterna en la crianza

Se habla poco de la figura paterna y se debería de hablar más. Los hombres se sienten perdidos, faltos de una herencia cultural alineada con el corazón en relación a los patrones de paternidad como también de la masculinidad.

Las mujeres también estamos navegando entre lo que la sociedad nos ha dicho que tenemos que hacer y lo que nosotras SENTIMOS que queremos hacer.

Hay distintas fuerzas que tiran desde diferentes lados y, sin saber muy bien donde colocarnos, estamos en una generación que queremos avanzar y no sabemos si hacerlo desde una manera contraria a los modelos que nos han precedido o bien integradora.

Todo esto nos lleva inevitablemente a una maravillosa búsqueda de un nuevo modelo de paternidad y de rebote de pareja, que sea válido para la realidad actual.

Es hermoso ver esta danza tan lícita y digna que estamos haciendo hombres y mujeres: las mujeres, herederas de una larga tradición de confinamiento en casa, tenemos por fin (y en el mejor de los casos) la disponibilidad cultural para construirnos socialmente tanto dentro de la familia como también, ahora, fuera de ella.

Acompañar las emociones dolorosas en las criaturas

Los hombres, por su parte, se sienten llamados a hacer el mismo proceso pero a la inversa: encontrarse y construirse más allá del rol profesional. Gracias a la cultura actual, infinitamente menos hermética y dogmática en sus roles de género, pueden escuchar la voluntad de su corazón y construir una paternidad mucho más presente y al mismo tiempo más afín al vínculo que al poder.

Venimos de un modelo de padre “ausente/presente” donde el rol principal en la familia era el de proveer dinero, y la máxima función educativa consistía en esperar a que en algún momento determinado la madre necesitara «refuerzos» para castigar o generar tensión a lxs hijxs. Era una función autoritaria.

El autoritarismo hizo muy daño y esto ha llevado a que los padres de hoy rechacen ese rol. Un rol que lo relacionamos con exigir obediencia, disciplina, rectitud, aportar la visión de la jerarquía… Todos han sido valores paternos por definición hasta día de hoy.

Por supuesto se puede ser autoritario sin generar autoritarismo, y se puede ser padre sin colocarse en los antiguos mandatos. Pero ¿cómo hacerlo? Estamos en este punto.

El momento histórico en el que vivimos pide que dentro de la familia podamos ser un equipo. Es normal que dentro del núcleo familiar se generen dinámicas poco confortables y difíciles de sostener como consecuencia de toda esta transformación de roles. Y digo que es normal porque no es nada fácil construir nuevos roles dentro de la familia; estamos siendo pioneros.

Veamos algunas de esas dinámicas:

  • Cuando se huye de una realidad se corre el riesgo de irse al otro extremo. El extremo opuesto del autoritarismo es la PERMISIVIDAD. Y es que muchos padres (y madres) vienen a consulta con un profundo miedo a castrar a sus criaturas y, en consecuencia, generan unos límites diluidos y poco consistentes. En estas circunstancias es muy sanador poner conciencia y revisar qué concepto tenemos de los límites.

 

  • Cuando el padre no sabe dónde colocarse para desarrollar su función de cuidador, a veces ocurre en la madre una dinámica de rechazo hacia el rol de él. El «tú no sabes, ya lo hago yo» se vive a flor de piel dentro de la familia durante los primeros años de las criaturas y eso genera mucho dolor, soledad e incomprensión en los dos miembros de la pareja.

 

Podernos revisar desde una mirada limpia y sin culpa, y señalar todas aquellas dinámicas que hemos ido aceptando como válidas dentro de nuestro núcleo familiar nos permitirán repararnos y seguir construyéndonos como seres humanos que, independientemente del bagaje cultural, podemos crear estructuras sanas en las que se tejan vínculos confortables y sólidos para el corazón.

Elisenda Roig Psicologa
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